
Cuánta historia debe pasar bajo los puentes para que podamos volver a sabernos nómadas. Contribuyamos a una humanización ascendente, a la liberación del hombre y al nacimiento de un mundo un poco mejor. Contribuyamos a recobrar la sabiduría ancestral, aquella que se basa en la experiencia y el pensamiento.
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Tomáš Špidlík, SJ (17 de diciembre de 1919 – 16 de abril de 2010)
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"Gracias Benedicto XVI"
Admirable sabiduría humana y cristiana, Benedicto no nos abandona
«Humilde trabajador de la viña del Señor», que «vive ante Dios en la fe en libertad de espíritu», sentiremos la intensidad de su oración por, la Iglesia, su Sucesor y por nosotros. Reflexionando sobre la declaración de Benedicto XVI, que sacudió al mundo, e invita a un renovado compromiso y esperanza, el Director General de Radio Vaticano y de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el Padre Federico Lombardi, titula su editorial con las palabras «Después de la renuncia»:
La declaración de la renuncia al Pontificado de parte de Benedicto XVI, el pasado lunes, sacudió al mundo, siendo tan inesperada e inusual para la mayoría, dentro y fuera de la Iglesia y el Vaticano. Todos quedamos profundamente impactados y todavía estamos intentando enfocar su alcance y su significado.
Pero, para ser sinceros, es una decisión que sorprendió más a quien no lo conocía, que a los que lo conocían bien y lo seguían con atención. Había hablado claramente de esta eventualidad en tiempos insospechables, en el libro–entrevista “Luz del mundo”. Tenía una forma siempre discreta y prudente de hablar de los compromisos futuros de su pontificado; quedaba absolutamente claro que estaba desarrollando una misión recibida, en lugar de ejercitar un poder poseído. Verdaderamente no había sido falsa humildad aquella con la cual se calificó, en el preciso comienzo de su pontificado, como “un humilde trabajador de la viña del Señor”, siempre atento en emplear con sabiduría sus fuerzas físicas no exuberantes, para poder desarrollar mejor la inmensa tarea encomendada, de forma para él inesperada, en una edad más bien avanzada.
Admirable sabiduría humana y cristiana de quien vive ante Dios en la fe en libertad de espíritu, conoce sus responsabilidades y sus fuerzas e indica con su renuncia una perspectiva de renovado compromiso y esperanza. Un gran acto de gobierno de la Iglesia, no tanto como alguien piensa, porque el Papa Benedicto ya no sentía las fuerzas necesarias para guiar a la Curia romana, sino porque, para afrontar hoy los grandes problemas de la Iglesia y del mundo, de los que él es más que consciente, se requiere fuerte vigor y un horizonte de tiempo de gobierno proporcionado a empresas pastorales de amplio respiro y no breve duración.
Benedicto no nos abandona en el tiempo de la dificultad, con confianza invita a la Iglesia a encomendarse al Espíritu y a un nuevo Sucesor de Pedro. En estos días, ha dicho que siente casi físicamente la intensidad de la oración y del afecto que lo acompaña. Nosotros, por nuestra parte, sentiremos la intensidad única de su oración y de su afecto a su Sucesor y a nosotros. Probablemente esta relación espiritual será aún más profunda y más intensa que antes. Comunión intensa en una libertad absoluta.
Federico Lombardi, sj
Publicado por Radio Vaticana
Cardenal Ravasi: Misión de Benedicto XVI: Oración, Intercesión
Rezar es amar mirando a Dios a los ojos. Con la exposición eucarística y las segundas vísperas del primer domingo de Cuaresma, comenzaron los ejercicios espirituales de Benedicto XVI y sus colaboradores de la Curia Romana, en la capilla dedicada a la Madre del Redentor, del Palacio Apostólico. Profundizando sobre el tema «Ars orandi, ars credendi. El rostro de Dios y el rostro del hombre en la oración». Introduciendo la primera meditación, el presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Cardenal Gianfranco Ravasi se dirigió a Benedicto XVI, refiriéndose a su misión futura y evocó la figura bíblica de Moisés, que sube al monte a rezar por el pueblo de Israel, que en el valle lucha contra Amalek:
«Esta imagen representa su función principal para la Iglesia, es decir la intercesión, interceder: nosotros nos quedamos en el ‘valle’, donde está Amalek, donde está el polvo, los miedos, aun más, los terrores y pesadillas, pero también las esperanzas – donde usted ha permanecido durante estos ocho años con nosotros. Pero, de ahora en adelante, sabemos que, en el monte, está su intercesión por nosotros».
El purpurado elegido por el Santo Padre para predicar este año los ejercicios espirituales de Cuaresma, puso de relieve la importancia del silencio interior, alentando a liberarse de los ruidos que se multiplican sobre todo en estos días:
«Pienso que también para nosotros los ejercicios, estos momentos, son como liberar el alma del polvo de las cosas materiales, también del fango del pecado, de la arena de lo banal, de las ortigas de las habladurías, que sobre todo en estos días, ocupan ininterrumpidamente nuestros oídos».
Con los Salmos, meditando sobre cuatro verbos, el Cardenal Ravasi señaló que rezar es respirar, porque la oración es como el aire para nuestra vida. Rezar es pensar, es conocer a dios, como hacía María que custodiaba los eventos en su corazón. Rezar es también luchar con Dios, sobre todo cuando se está en la aridez, en la oscuridad de la vida, cuando elevamos al cielo nuestro clamor desesperado, que puede parecer blasfemo. Rezar es amar, poder abrazar a Dios y la oración es algo así como la mirada silenciosa entre dos enamorados:
«Como saben – lo decía Pascal – en la fe, al igual que en el amor, los silencios son más elocuentes que las palabras. Dos enamorados, cuando acaban todo el repertorio de lugares comunes de su amor, si están verdaderamente enamorados, se miran a los ojos y callan».
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